jueves, 12 de marzo de 2015

Un poema de SOPHIA KATZ





Me gustan los hombres como el café, insertados analmente por la impaciencia


Mi meta es escribir la gran novela americana,
pero soy canadiense y también un trozo de mierda.

Yo no sueño.
Ni siquiera estoy viva.

No me gusta el sabor de la mayoría de pastillas.
Alucino cuando veo que te las tragas
así tan alegremente.

Me gustaría que me introdujeras en tu boca
igual que haces con esas pastillas.

Quiero ser un regusto
en el fondo de tu lengua.

Quiero ser lo duro del centro de una piña
que sin querer tiras a la basura
en lugar de al compost.

Enséñame cómo sentirme ultrajada.
Enséñame cómo estar sentada.
Enséñame cómo tocarte.
Enséñame cómo interesarme por algo.

Mientras estás en el trabajo me toco sola
en tu cama con la puerta bien abierta
para que los vecinos me puedan escuchar.

Allí yazgo inmóvil excepto por mis dedos.
Allí yazgo hasta que se hace de noche.
Allí yazgo hasta que la noche se vuelve día.
Y luego noche.
Y luego otra vez día.
Y luego algo completamente diferente,
aunque me juraste que nunca iba a suceder.

Tu corazón permanecería roto toda una vida
si no quisieras arreglarlo.

Tus ojos permanecerían cerrados toda una vida
si nunca abandonaras tu cama.

De repente los pensamientos que tienes se vuelven recuerdos.
De repente esos recuerdos comienzan a borrarse.
Y olvidas tus pensamientos.
Y tu mente se convierte en un sótano vacío
con un suelo sucio de cemento.


  © Sophia Katz (de su próximo libro "The Title Of This Book Is An Inside Joke", Metatron Press 2015)

traducción de José María Martínez

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